Un holandés en París en 1891
El 19 de marzo de 1891, el escritor neerlandés W. G. C. Bijvanck le anunció a su joven amigo Marcel Schwob que llegaría a París el martes 7 de abril, en el tren de las 18:11 h. A vuelta de correo, Schwob le confirmó a Bijvanck que lo estaría esperando en la Gare du Nord.
Desde ese día, y durante casi dos meses, Bijvanck se dedica a introducirse en los cenáculos literarios del París finisecular con vistas a plasmar sus impresiones en un libro capaz de trazar un panorama significativo del medio artístico parisiense. Un holandés en París en 1891. Sensaciones de literatura y arte fue el resultado de esa estancia y de esas extensas conversaciones. En mitad de la encrucijada estética en la que confluyen simbolistas, parnasianos, naturalistas o impresionistas, el libro de Bijvanck teje una polifónica y elocuente trama de decisivos testimonios directos: Paul Verlaine, Jules Renard, Stéphane Mallarmé, Jean Moréas, Marcel Schwob, Claude Monet, Auguste Rodin
Un holandés en París en 1891 no es solo un libro de conversaciones. Es un retrato de época, un libro de estética finisecular y un capítulo esencial de la configuración del campo literario francés. Al cabo, la curiosidad de Bijvanck y el temperamento de sus ilustres interlocutores se alzan como el mejor telescopio a través del que observar una época fascinante.