Tabernas de Madrid. Lo castizo en el siglo XXI
Un viaje emocional por las tascas, bodegas, casas y tabernas más auténticas para beberse la capital a tragos. Si algo define el alma de una ciudad, son sus bares, donde cualquier barra es el centro del mundo; ese pequeño universo en el que nos apoyamos para seguir caminando. Madrid está a la cabeza del planeta a la hora de contar tabernas con destino para los gatos , lo que la convierte en un espejo tan valleinclanesco como luminoso, sabedora siempre de naufragios y resurgimientos.
Aunque no son una invención española, la saga de ilustres tascas no ha cesado de crecer desde la Edad Media hasta nuestros días, para regocijo del público autóctono, siempre amante del morapio y la farra. Durante el Siglo de Oro se hacía en ellas la vida, se ajustaban cuentas o zascandileaban los nobles mezclándose con el populacho... Hasta llegar a la expansión de los bodegones, garitos para beber vino o comer de puntapié. Un mundo narrado de idioma castizo. Desde lo más clásico a las nuevas expresiones, el ingenio tabernario y la bizarría gatuna para la zarabanda, han ido atravesando el tiempo hasta llegar a esos estereotipos que ya canonizaron los cronistas de la Villa: las glosas costumbristas de Mesonero Romanos, las crónicas galdosianas o las de El profeta de El Rastro, Ramón Gómez de la Serna. Todas, teñidas de leyenda y pintoresquismo sobre la vida que anida en los figones, perviven con sus propias leyes y ritos... y se superan en el presente.
Por sus mostradores han pasado no solo pícaros, sino también reyes de muchos pelajes, escritores matones, manolos y petimetres, chisperos, periodistas liberales, panfletarios, el gentío de la Pradera de San Isidro, el No pasarán , la Movida de los 80, el inicio del siglo XXI... y el vino y las cañas bien tiradas, como testigos silentes.
Estas páginas están tan paseadas como bebidas y aspiran dejar rastro de este nuestro Madrí, Madrí, Madrí, ya luciendo gabán o sin él, pero mojadas, inevitablemente, con la tinta del "tintorro"... ¡Pasen, coman y, sobre todo, beban!.