Se va mi sombra, pero yo me quedo
Con un título tomado de un poema de la escritora romántica Carolina Coronado -Se va mi sombra, pero yo me quedo-, esta exposición incluye veinte fotografías históricas ubicadas en las salas del Museo del Romanticismo que fueron tomadas por diversión, produciendo una ilusión, un engaño a los sentidos. Las imágenes muestran cómo se vivía en los interiores isabelinos que había en lo que hoy es el museo. Con la contextualización de estas fotografías, el visitante puede observar las diferentes actividades (tertulias, bailes de máscara o juegos, entre otras) que podían tener lugar en salas este palacio decimonónico, como el antesalón, el salón de baile, la alcoba, el 'boudoir' o el oratorio. Asimismo, el montaje incluye visores especiales que replican los que se utilizaban en la época, lo que permite apreciar los juegos ópticos que se desarrollaron a lo largo de la historia de la fotografía.