Okinawa, 1945. Antesala del ataque a Japón
A principios de 1945, el cerco sobre el territorio japonés se había estrechado. Una a una, las principales bases japonesas en el Pacífico habían caído en manos norteamericanas siguiendo la estrategia de aproximación indirecta diseñada por el Almirante Nimitz, Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico.
En un principio, Formosa y Okinawa compitieron a la hora de ser el siguiente objetivo tras Iwo Jima, conquistada en marzo de 1945 después de un mes de enconados combates. Sin embargo, fueron dos las razones que llevaron a los planificadores a decantarse por Okinawa. Por una parte, su cercanía al archipiélago nipón hacía de ella una base perfecta para que la fuerza aérea de caza custodiara a los bombarderos que descargaban sobre suelo japonés. Por otra, las islas Kerama, con sus aguas profundas y su orografía protectora servirían como refugio idóneo para la Armada estadounidense.
Por su parte, el mando japonés del 32 Ejército que defendía la isla, Mitsuo Ushijima, planificó una defensa en el interior, abandonando las playas a los invasores, algo que difería de lo hecho hasta el momento.
El 1 de abril de 1945 comenzó la Operación Iceberg. Durante los casi tres meses que duró, las fuerzas del imperio japonés lucharon con uñas y dientes por tierra, mar y aire, consiguiendo, por primera vez, infligir el mismo número de bajas a sus enemigos. Todo ello daba idea de lo que esperaba a los Aliados si se decidían a emprender la conquista del archipiélago japonés.