Los españoles del Transahariano. Chemins de fer, chemins de sable
En la primavera de 2015, el Museo de la Universidad de Alicante recogió la exposición Chemins de fer, chemins de sable: les espagnols du Transsaharien de Carmen Ródenas. Las fotografías se reprodujeron junto al diario escrito en los campos de trabajo del norte de África por el piloto republicano Antonio Gassó, Gaskin. Ahora, igual que en aquel momento, lo importante no son las fotos, sino la historia de los hombres del Transahariano.
Es la historia que con su esperanza, dolor y sufrimiento escribieron Amado Granell, Pedro Valero, José Cortés, Enrique Giménez, Andrés García, Federico Moreno o el propio Antonio Gassó. Todos ellos exiliados y pasajeros del Stanbrook, todos ellos destinados a las compañías de trabajadores extranjeros del norte de África de la Francia de Vichy, todos ellos imbatibles. Durante casi cinco años, desde 1939 hasta la plena liberación del norte de África a finales de 1943, miles de republicanos españoles los rojos fueron empleados en la utópica construcción de un ferrocarril que uniría a través del desierto el norte de África con la próspera Dakar. Mientras el Transahariano tomaba forma, ellos resistieron la dureza del desierto, el frío extremo, el calor, la sed perenne, las arbitrariedades, los castigos, las enfermedades...
Es una historia olvidada no una, sino varias veces. Hasta muy recientemente, nadie estudió este exilio africano, tampoco nadie contó que, después estos hombres se enrolaron en las fuerzas de la Francia Libre al mando del general Leclerc, y que fueron los primeros en entrar y liberar París en agosto de 1944. Las fotos son testimonio de lo que queda de la realidad del Transahariano, pero lo relevante es la historia de estos hombres infatigables. Ellos son los olvidados