La cerámica de Josefina Plá
Josefina Plá fue, sin duda, una mujer singular. Una intelectual poliédrica, dedicada hasta el final de su vida a múltiples trabajos relacionados con la escritura, el arte, el periodismo, la enseñanza, la historia y la cerámica. Superdotada para las letras, tuvo muy claro desde muy joven que su vocación sería escribir poesía. Más adelante, otros caminos la llevarían a desarrollarse como artista: grabado y cerámica, primero en Asunción, ciudad que eligió para vivir definitivamente desde su regreso en 1938 hasta su muerte, y después en Manises (1930-1932 y 1934-1938).Llegó el 2 de febrero de 1926 a Paraguay para reunirse con su marido, el artista Andrés Campos Cervera (Asunción, 1888-Manises, 1937), quien, dos años después, adoptaría el seudónimo de Julián de la Herrería. Se conocieron en Villajoyosa (Alicante) en el verano de 1923. A partir de entonces, su destino estaría irremediablemente unido al país de nacimiento de su esposo, creando en 1957 un museo que llevaría su nombre, hoy propiedad de la AECID, el Museo Julián de la Herrería. Su marido le dio la bienvenida regalándole un pequeño mate (calabaza) con decoración payaguá, nombre de una etnia en ese momento al borde de la extinción. Su rol no fue otro que la recuperación de un arte popular autóctono.