El rayo que no cesa, segunda obra publicada de Miguel Hernández, vio la luz el 24 de enero de 1936, solo seis meses antes del estallido de la Guerra Civil, en un ambiente ya enrarecido nada propicio para nuevas publicaciones, por lo que su distribución y venta fueron escasísimas.
El acto de mirar es siempre interpretativo: supone el establecimiento de una relación íntima que afecta tanto al observador como al objeto de su mirada. Pese al supuesto distanciamiento que suele exigirse al teórico del arte, Miguel Ángel Hernández lleva años aproximándose así a las imágenes para (...)