El imperio español, la formación de una potencia mundial
En el siglo XVI, los dominios españoles alcanzaron la mayor extensión territorial de su historia, y el país desarrolló su máximo potencial económico. Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, lo puso al servicio de su proyecto imperial y encabezó, al lado del Papa, la guerra contra los reformistas de Lutero. A pesar de la resistencia interior, el emperador consiguió consolidar el absolutismo en España. Felipe II heredó unas vastas posesiones y multitud de problemas. Consiguió incorporar Portugal y ampliar los territorios de ultramar, pero no pudo controlas la rebelión de los Países Bajos y vio su Armada Invencible destruida a las puertas de Inglaterra. España comenzaba a agotarse por la sangría demográfica de la colonización americana, las continuas guerras europeas y la represión de las minorías internas. La sociedad era incapaz de renovarse, se perpetuaban las estructuras feudales medievales y la Contrarreforma frenaba el desarrollo del Humanismo.