El exterminio de las tribus indias de Norteamérica
¿Puede entenderse la existencia de Estados Unidos sin hablar del genocidio? ¿Cuánta sangre indígena hizo falta para bautizar la tierra de los libres y el hogar de los valientes ? ¿Cómo lograron sus Gobiernos legitimar la colonización del Oeste mientras condenaban el imperialismo europeo? ¿Fueron acaso las balas su arma más poderosa? ¿De qué modo afrontaron las diferentes tribus la amenaza de su desaparición? Siguiendo la estela de la literatura de Poe y de Walt Whitman, el cine de Hollywood ha modelado con creces el imaginario colectivo del mundo convirtiendo un terrorífico episodio de aniquilación y barbarie en uno de heroísmo y sacrificio en aras del progreso. Pero ¿qué hay de verdad en el relato?
Más allá de cowboys y siux, de Buffalo Bill y Toro Sentado, de carteles para cazarrecompensas y partidas de póker, la del salvaje Oeste es una oscura historia de sometimiento, abuso y exterminio sistemático de pueblos nativos enteros bajo la premisa protestante de un destino manifiesto . La Casa Blanca disfrazó de guerra civilizatoria una auténtica estrategia que debía garantizar su expansión mediante la total erradicación de quienes habitaban en ellas.