El Chaparral
Los niños quieren hacerse mayores y los mayores anhelan el pasado. Pero pocos valoran el presente.
El ferrocarril representa el movimiento; el paso del tiempo; el cambio que debe afrontar el protagonista de esta historia al vaticinar ese futuro cercano. El momento le presenta unas vacaciones idílicas en la estación de El Chaparral. Su abuelo, el jefe de estación, así como las gentes curtidas del campo que habitan los cortijos que mantienen el último resquicio de vida en el lugar, alimentan las fantasías del niño con un pasado que, a su parecer, siempre fue mejor. Pero la experiencia juega a favor de los mayores. Es por ello por lo que ayudan a Antonio José, o como lo llama su abuelo, Joselito, a valorar el presente, atrapar el momento para que en el futuro los recuerdos sean felices y no melancólicos. Pero la sociedad rural no sabe que asiste al fin de una era. Por lo pronto solo ven un signo: las paradas de los trenes en esa estación en mitad de la nada tienen los días contados. El relevo generacional prefiere las comodidades que ofrece la vida urbana. Eran los últimos días de la España del vaya usted con Dios .
Un signo pasa desapercibido y, sin embargo, es la radiografía del momento: cuando somos felices el humor aflora.
Esta es la historia de un niño que se enamoró de una estación.