El bombardeo del templo del Pilar (Zaragoza, 3 de agosto de 1936). El mito al descubierto
En la línea de los médicos humanistas que tanta tradición tienen en España, el Dr. Antón Pujol nos ofrece una exhaustiva investigación sobre los hechos acaecidos en torno al bombardeo de la Basílica del Pilar el 3 de agosto de 1936. Un ensayo riguroso y bien planteado, desde el principio, manejando, acertadamente, fuentes bibliográficas, hemerográficas, archivísticas, webgráficas y orales de una gran calidad. Antón Pujol llega hasta el fondo del mito, utilizado para construir el consabido imaginario patrio y, como hábil cirujano lo desmonta con una argumentación precisa y perfectamente documentada. Esta es, sin duda, una de las principales labores del historiador y Pujol lo hace con toda delicadeza, sin dejarse llevar por otras pretensiones que no sea la de la búsqueda de la verdad.
Pero, además el lector disfrutará mucho con el tono en el que está escrito este ensayo. Nos encontramos acompañando al investigador que se enfrenta al enigma y va poco a poco desentrañándolo. Sin perder erudición, vamos descubriendo todas las pista hasta llegar a la solución que desmonta el mito. Y comprobamos asombrados, al final, como fue tejido en el contexto ideológico y propagandístico de los inicios de la guerra civil en una ciudad como Zaragoza y un templo como El Pilar.
Este libro del Dr. Pujol es también muy útil para los investigadores profesionales por incidir sobre una serie de aspectos que el autor trata en el curso de su investigación. Además de contribuir al estudio de la historia de la aviación al inicio del conflicto bélico en Cataluña y la propaganda de guerra, también actúa sobre el mito de que el Ejército, en bloque, se sublevó contra la República. No fue así y fueron muchos, como demuestra Pujol, los militares que se mantuvieron fieles al régimen republicano. Especialmente los aviadores, muchos de ellos pertenecientes a los cuerpos facultativos; artilleros e ingenieros. Es curioso como a lo largo de la historia estos cuerpos técnicos han mantenido un espíritu liberal. Por ello fueron depurados por Fernando VII, tras la guerra de la Independencia y sufrieron, posteriormente, la inquina del general Primo de Rivera, que disolvió el cuerpo de Artillería por no aceptar los ascensos por méritos de guerra. Esta, sin duda fue una de las principales causas de la desafección monárquica de muchos militares. Podemos seguir, también las trayectorias de estos militares aviadores, excelentes profesionales cuya pericia había sido demostrada en la guerra de Marruecos, que tras la guerra se exiliaron fuera de España.