Decorative Arts in the age of globla warming
Hoy en día existe un conflicto entre el valor patrimonial y turístico de la arquitectura y su valor ecológico y climático. De hecho, a finales del siglo XX en Europa se había puesto en valor el aspecto visual, cultural y estético de los edificios, en el marco de un desarrollo económico postindustrial ligado principalmente al turismo. Pero cuando en el siglo XXI llegaron los imperativos del aislamiento térmico, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, surgió un conflicto entre la imagen histórica que debía dar la fachada hacia el espacio público y la necesidad de taparla desde el exterior con lana de roca como aislamiento térmico.
Es aquí donde la decoración de interiores adquiere todo su significado, el de las alfombras y tapices de antaño, de candelabros y espejos, de dorados y cortinas, como estrategias ancestrales para mejorar las condiciones térmicas de los interiores premodernos y cuya ambición debemos revalorizar y renovar los medios en la era del calentamiento global.
Así, trabajando sobre fenómenos climáticos reales, los estudiantes de Arquitectura de Interiores del HEAD en Ginebra, bajo la dirección de Philippe Rahm y Phi Nguyen, buscaron dar respuesta a los imperativos ecológicos actuales, para llevar la antigua Torre del Instituto Suizo de Roma a estándares energéticos, inventando un nuevo estilo decorativo característico del siglo XXI.