De Belchite al Ebro
En la extensa bibliografía que existe sobre las Brigadas Internacionales, la ofensiva de Aragón no suele disponer de demasiadas páginas y, cuando lo hace, se centra en la amarga experiencia de la retirada de los últimos días. Para los brigadistas aquel fue, posiblemente, el episodio más doloroso, e incluso vergonzoso, de su historial militar. El miedo a ser copados, la impotencia ante la superioridad del enemigo, el agotamiento físico e incluso el hambre que recogen muchos de sus testimonios se ve reflejado en la documentación del Comintern que vio la luz con la apertura y la digitalización de los archivos rusos de RGASPI. Una documentación que también recoge la voluntad de cumplir con la misión encomendada y frenar a un enemigo que los superaba y que dio lugar a no pocos episodios de heroísmo. Un aspecto de la campaña que, a menudo, no había quedado reflejado en las memorias de los brigadistas, ni tampoco en muchos de los trabajos y estudios que abordan aquellos trágicos días.
Interpretar y analizar esas nuevas fuentes documentales es el objetivo de este trabajo, aportando una nueva perspectiva al papel que jugaron los internacionales a nivel operacional durante la ofensiva aragonesa. Documentación que se ha contrastado con la ya conocida del Archivo General Militar de Ávila, y con otras fuentes menos utilizadas, como la documentación del general Vicente Rojo y del ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto.
La ofensiva de Aragón fue un todo, un continuo, una única campaña que se desarrolló, fruto de las circunstancias, en un extenso escenario que fue mutando a medida que las fuerzas rebeldes empujaban a las republicanas hacia el mar. Plantearla como una sucesión de batallas la de Caspe, la de Calaceite, la del Algars, la de Gandesa, no se corresponde con la realidad de la campaña, tal y como demuestran las órdenes generales de uno y otro ejército.