Vamos, Louison
Un día me dije: Aunque talles madera, modeles barro o pulas el mármol mejor que nadie, ¿de qué sirve, si no cuentas tu propia historia? ¿cómo puedes pretender que alguien, quien sea, sienta interés por tu pequeño modelar o esculpir obsesivo, si no cuenta una historia que te sea propia? Pero cuidado. Tu historia no es la que te han contado. La que han querido que te creyeses, costase lo que costase. Somos relatos, estratos de relatos, somos la lacería, el tejido de los relatos que cuentan otros, los padres, los mayores. Cada uno cuenta su pequeño testimonio, con esa buena fe enorme y devastadora del que puede jactarse de que estuvo allí. Somos lo que los demás dicen que somos. A nuestro nombre poco a poco se van agregando fragmentos de ser.