Ultimate Love
El encuentro entre Lord Peregrine Fox, un decadente aristócrata rural inglés, y Rocío Medina, traductora gaditana y muy plebeya, parecía estadísticamente imposible. Y, sin embargo, sucedió. Cosa de las páginas de citas y sus algoritmos (¿serán los algoritmos más ciegos que el amor?).
Los dos han sobrepasado el malecón de la sesentena. Los dos son inteligentes, cultos, comparten pasión por las palabras y un afilado sentido del humor. Cuatro frases escritas con gancho bastan para confirmar la atracción. Sigue luego un ejercicio de seducción literaria, intercambio de mails en el que ambos despliegan sus plumajes más relucientes. A través de las palabras se construyen a sí mismos y a su deseo, sin haberse visto ni hablado por teléfono. Toda una hazaña.
La primera cita tiene lugar en los territorios lluviosos de él. Momento temible. Pero la colisión del sueño con la realidad no hace más que consolidar el edificio construido. Se deleitan y fascinan. Oh, milagro. La segunda cita será en los reinos soleados de ella, de nuevo transcurre en un puro embeleso. Oh, maravilla.
Se aman, como nunca habían amado. Y el tiempo apremia. Lo que les quede de vida, sea mucho o poco, tienen que pasarlo juntos. Prudencia, sensatez, pragmatismo y otras tantas virtudes atribuidas a la senectud vuelan a los cuatro vientos. Una pasión tan colosal requiere lanzarse a pecho descubierto. Y que arda Roma.