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Morir es tan difícil como inevitable. También para los que sobreviven
El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo: venga, Carmen, que es lo mismo; va, Carmen, que es tu padre; venga, mujer, que ese hombre te limpió el culo a ti. Me lo repetía como quien está a punto de correr para darse impulso y saltar.
Pero no. No es lo mismo.
Daba aquel salto y sentía que no hacía pie.