El Museo Virtual
¿La irrupción de los multimedia en los museos es un mero hecho coyuntural de adaptación a las nuevas tecnologías o, por el contrario, atenta contra la institución en lo más hondo de su identidad? Se visita una página web o se consulta un CD-ROM igual que se visita el Louvre: todo está ahí, si no tangible al menos visible, sin peanas ni vitrinas. Nueva manera de visitar y también nuevo objeto, pues la misma actividad posibilita otros muchos paseos interactivos: el paisaje y el tiempo, el mundo y sus noticias, el rock y el jazz, el shopping y la moda, la bolsa y la pornografía, en resumen, todo lo que pueda ser imagen o que pueda ser vehiculado por la imagen, en la más completa anarquía.
El museo, desbordado por el inesperado ejercicio de sus propias funciones fuera de su marco institucional, parece estar cediendo el sitio a una distribución salvaje e incontrolada de las imágenes, que ya está empezando a esbozar la figura del museo del mañana. Un museo virtual sin el nombre ni los edificios ni las colecciones, y con un abanico de funciones cuya eficacia sorprende y preocupa aún más por ser inesperada.