Camaradas del frente
El general miró al otro con frialdad. -Si rehúsa obedecer... entonces...
El coronel se irguió. Le sacaba toda la cabeza al general; de su cuello colgaba una condecoración.
-¿Entonces, mi general?
Lo ojos del general se contrajeron.
-Haré uso de mis poderes y le haré comparecer ante un tribunal de excepción, por incumplimíento de órdenes. En el Ejército ale mán no necesitamos oficiales como usted.
El coronel palideció.
-¿Es su última palabra, mi general?
Éste no contestó y se volvió hacia el oficial de la gendarmería que estaba detrás de él.
-Obersleutnant Scholl...
El coronel se Ilevó la mano al cinturón, sacó una pistola y la cargó. El general retrocedió un paso y palideció como un muerto, mien tras el oficial de gendarmería se inmovilizaba, impresionado. Una débil sonrisa se dibujó en los labios del coronel.
-No tema, mi general, es usted demasiado repugnante para que pueda disparar contra usted. Pero, desde ahora, me niego a servir en el Ejército de la Alemania actual.
-¡Detenedle! -ladró el general.
Antes de que los gendarmes hubiesen podido hacer el menor movimiento, el coronel se Ilevó la pistola a la boca y disparó. Permaneció en pie un segundo, erguido; después se balanceó hacia delante y se derrumbó a los pies del general.