Trafalgar
El momento terrible había llegado: cien voces dijeron fuego!, repitiendo como un eco infernal la del comandante, y la andanada lanzó cincuenta proyectiles sobre el navío inglés. Por un instante el humo me quitó la vista del enemigo. Pero este, ciego de coraje, se venía sobre nosotros viento en popa. (...) En Trafalgar, primero de los Episodios Nacionales, Galdós nos narra la más importante batalla naval (21 de octubre de 1805) del siglo xix, en la que españoles y franceses se enfrentan a la flota británica. Una detallada y precisa narración de la contienda y unos entrañables personajes se conjugan, con singular maestría, para acercarnos a aquel épico combate, logrando una experiencia lectora intensa e inolvidable. Bénito Pérez Galdós, dada la popularidad y repercusión de sus Episodios Nacionales, y considerando la importancia que para los más jóvenes tiene el conocimiento de la historia, quiso acercar sus obras más destacadas a ese público. El mismo Galdós reescribió y versionó los más relevantes acontecimientos de aquel apasionante periodo histórico, para ofrecer a los escolares una visión más amena, heroica y emocionante de los hechos que en los albores del siglo XIX tuvieron lugar en nuestro país. benito pérez galdós (Las Palmas, 10 de mayo de 1843) era el décimo hijo de un coronel del ejército, Sebastián Pérez, y de Dolores Galdós, una dama de fuerte carácter e hija de un antiguo secretario de la Inquisición. Obtuvo el título de Bachiller en Artes en La Laguna (Tenerife). Escritor extraordinariamente prolífico (cada trimestre reunía un volumen de más de trescientas páginas), en 1873 comenzó a publicar su obra cumbre, los Episodios Nacionales. Tímido rayando en lo patológico, modesto, observador atento de la realidad, Galdós poseía una portentosa memoria visual que reflejó en numerosos detalles de los personajes de sus novelas. Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega, Eurípides y Tolstói (a quien descubrió en su madurez) eran los autores que más frecuentaba. Ingresó en la Real Academia Española en 1889. Reconocido y admirado por público y crítica, y casi ciego, Galdós falleció en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid el 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 20.000 madrileños acompañaron su féretro hasta el cementerio de la Almudena.