Territorios del Quijote
Estos Territorios del Quijote muestran la pluralidad de posibilidades que encierra el Quijote: realidad, ficción, verdad, verosimilitud, pero sobre todo quieren que el lector se sienta atraído hacia un espacio en el que se mezclan la niebla y la luz, el día y la noche.
Julio Llamazares, escritor tan ligado siempre a la tierra, nos sitúa con su prólogo, breve y hondo-como su obra, en los distintos apartados, gráficos y literarios, que conforman este libro.
Como guía, tenemos las fotografías de José Manuel Navia, concretas como un retrato cuando es necesario, con la abstracción de un pensa miento si el caso lo requiere: con ellas se puede identificar el camino de nuestro caballero y se puede leer el sentimiento del artista.
Joaquín González Cuenca nos acerca al texto en La Mancha, pero avisa 'al lector incauto para que no se esfuerce en poner nombres a cada paso, ni en identificar cada palabra: el Quijote es un mundo en miniatura, y a veces la precisión no existe, porque no puede existir y porque no tiene que existir en este escenario.
Martín de Riquer nos ejemplifica en el camino de Barcelona: toma la miniatura, un personaje menor, y lo sitúa en la realidad del mundo, donde adquiere su tamaño verdadero, para que apreciemos el hábil juego de Cewantes, que nos ha sorprendido y admirado desde su mesa de trucos, como un prestidigitador.
César Antonio Molina nos devuelve a la realidad física, sacándonos del estado hipnótico en el que habíamos caído y nos acompaña en ún paseo por distintos lugares, haciéndonos ver que todo ha terminado, que lo único que nos queda es la realidad del sueño, un libro que es el Quijote.