Sevilla barroca y el siglo XVII
En la Sevilla del siglo XVII conviven el esplendor artístico y literario con la decadencia económica. A años de esplendor sucedían otros con hambrunas, catástrofes y epidemias que causaban una alta mortalidad. Era una sociedad de contrastes: vitalista y piadosa, creativa y acongojada. A veces mostraba su descontento con revueltas sociales, como la del Pendón Verde (1625) y el motín del barrio de la Feria (1652).
La ciencia se hacía notar en los centros de enseñanza, y en el auge de áreas científicas. La actividad industrial giraba en torno a la Real Fundición de Cañones, la Casa de la Moneda, la Fábrica de Tabacos, y a talleres dedicados al textil, la cerámica, el vidrio, el jabón, el aceite y la vitivinicultura.
La ciudad se reinventó a sí misma con construcciones y remodelaciones de edificios para el culto religioso y establecimientos de caridad. Se fundan Academias científicas y el Real Cuerpo de Maestranza de Caballería. La otra cara de la ciudad estaba en la delincuencia, la mendicidad, la picaresca, las casas de prostitución, etc. La diversión estaba en los corrales de comedias y en los espacios públicos, con corridas de toros y juegos de cañas.
Imposible aproximarse al siglo XVII sevillano sin atender a su religiosidad, heredera de la Contrarreforma. Ritualiza la muerte y potencia el culto con cofradías y hermandades que procesionaban en la Semana Santa y el Corpus. La creencia en la Inmaculada Concepción, que tantas controversias causaba en el seno de la iglesia, experimentó gran desarrollo en la Sevilla Barroca. Todo ello desató una actividad artística y constructiva, a cuyo reclamo acudían alarifes, escultores, pintores, orfebres y tallistas.
En resumen: en este libro hay una síntesis de la Sevilla barroca, ahondando en las vertientes social, lúdica, económica, demográfica, industrial, científica y religiosa.