Piedra, papel y pincel
El arte rupestre paleolítico es un extraordinario patrimonio que comenzó a hacerse patente a principios del siglo XX. En Asturias, a lo largo de los ciento doce años que median entre el reconocimiento científico de la cueva de El Pindal (1908) y la notificación administrativa de los últimos grabados del Nalón (2020), la actividad investigadora se ha servido de distintos procedimientos de reproducción. Desde el talento arqueológico y artístico de principios del siglo xx hasta el alarde tecnológico contemporáneo, los prehistoriadores han ido adaptando sus capacidades a los tiempos y a los medios. Esta obra analiza el legado gráfico de estos investigadores, en su afán por dar a conocer el arte prehistórico conservado en las cuevas y abrigos del territorio asturiano.