Ares Historia Bélica Extra Nº013. 1920-1931 Los primeros legionarios
Ver desfilar a la Legión es siempre un momento vibrante. El sordo retumbar de sus tambores, el enérgico braceo a ciento sesenta pasos por minuto, las evoluciones llenas de agilidad de sus escuadras de gastadores y batidores "como un huracán de guerra desfila la Legión". Por ello, son los legionarios quienes más ovaciones y aclamaciones reciben del público que aguarda expectante su paso.
Esa popularidad en sus presentaciones públicas, su participación en las misiones que las Fuerzas Armadas vienen desarrollando más allá de nuestras fronteras desde hace decenas de año y la organización de innumerables actividades deportivas, sociales y culturales han facilitado que los españoles se hayan acercado a la Legión de hoy día, y conozcan de cerca cómo es la unidad militar que este año cumple su primer centenario.
Pero tras el verde sarga legionario del siglo XXI, viven en la memoria miles de hombres anónimos que, desde el momento mismo de la creación del Tercio de Extranjeros en septiembre de 1920, acudieron al fuego en África movidos por los más dispares motivos: la añoranza del campo de batalla, cuentas pendientes con la Justica, hambre de aventura, la monotonía de una vida sin esperanza, un sueldo seguro, un desamor Miles de almas únicas, unidas por un credo que les hizo hermanos en la Legión.
A aquellos hombres están dedicadas estas páginas, a los voluntarios que se vieron seducidos por los carteles de reclutamiento pegados en los muros de toda España. A los caballeros legionarios cuyos ojos te observan en estas 64 páginas, y que con sus modestas miradas y sus gestos despreocupados y a menudo alegres y desafiantes, piden de ti que no olvides el precio que ellos pagaron por servir a una España que a veces, en el desierto del Protectorado, les parecía quedar demasiado lejos.