Agustín de Foxá. Una aproximación a su vida y su obra
"Fui a Bolivia, donde las indias van vestidas de lagarteranas pero con bombín de Charlot y pendientes de diamantes entre sus trenzas. Llevan siete sayas de diferentes colores y, cuando bailan, se irisan entre las llamas de ojos de mujer y caderas tan voluptuosas que obligarían a dictar una disposición a los Virreyes prohibiendo a los indios pastores del altiplano conducirlas si no iban bien acompañados de sus mujeres. Así nació el pecado nefando que no mereció la anatema de la Biblia porque Jehová nunca vino a América".
"En una tertulia de La Habana, se hacían algunos comentarios irónicos sobre España. El que dirigía la conversación era un gran industrial azucarero de Cuba, persona de las más influyentes de La Habana. Súbitamente, lanzó Foxá la tremenda andanada: Para presumir de genio y para hablar mal de España hay que tener mucho ingenio y el suyo... sólo es de caña".
"Foxá fue todo un espectáculo. Se convirtió en personaje de fábula y gozó representándose a sí mismo. Cuando Eugenio Montes lo definió como un Valle-Inclán alegre, nada le pudo satisfacer más. En el fondo, pertenecía a la misma estirpe literaria del gran Don Ramón. Esto, en un momento en que hasta la literatura se funcionaliza, le hace estar mucho más cerca de los grandes literatos del 98 que de sus rigurosos contemporáneos".