Aún no se lo he dicho a mi jardín
Un hermoso jardín en Toscana: una pasión, un aprendizaje, un lugar de resistencia. También un sueño, que la escritora Pia Pera pudo cumplir gracias a una finca abandonada: arregló la cabaña transformándola en una casa llena de libros, pinturas y muebles; sin embargo, apenas intervino en el vergel que la rodeaba, pletórico de hierbas silvestres que viajaban hasta allí gracias al viento y los pájaros. Cientos de variedades de flores, árboles y vegetales (algunos recuperados de semillas antiguas traídas de un banco de Londres) le daban un aspecto selvático ordenado por unos cuantos senderos.
Un día, la escritora descubre que una enfermedad incurable se la lleva poco a poco. Ante la degradación de su cuerpo, constreñido paulatinamente a la inmovilidad de una planta, el jardín, ese lugar donde la vida germina y donde las resurrecciones se suceden, se convierte en su refugio. Al contemplarlo, forja un nuevo vínculo con la naturaleza y ofrece una sabia y conmovedora reflexión sobre el sentido de la vida. Sin duda, la necesidad de belleza es una parte de nosotros que persiste, que no sucumbe.