Uno nunca está preparado para el cautiverio. Y yo, Francisco Basallo Becerra, menos que nadie. En el verano de 1921, una de las harcas de Abd el-Krim asedia el campamento español de Dar Quebdani. Cuando irrumpen en la plaza, los rifeños no respetan el pacto de capitulación, cogen las armas que los (...)